-Buenas tardes, señoras -dijo Sherlock Holmes a las mujeres que comían
plátanos en un banco del parque.
- ¿Las conoce? -preguntó el Dr Watson.
-No -contestó Holmes-, no he conocido nunca a la monja, la prostituta o la
recién casada que acabamos de dejar atrás.
-Cielo santo, Holmes. ¿Cómo sabe todo eso?
-Elemental, querido Watson. La monja comía el plátano sosteniéndola con una
mano y utilizando los dedos de la otra para romper la fruta limpiamente en pequeños trozos. La prostituta -continuó-, lo agarraba con las dos manos y se metía la fruta entera en la boca.
- ¡Asombroso! -exclamó Watson-. Pero ¿Cómo sabe que la tercera es una recién
casada?
-Porque mantenía el plátano con una mano y empujaba su cabeza hacia el con la otra.
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